Actor, director, productor y gran impulsor del cine independiente, hablar de Robert Redford es hablar de uno de los nombres más influyentes y carismáticos de la historia del cine. Su trayectoria abarca más de seis décadas y combina el magnetismo de una estrella clásica que llegó a ser uno de los grandes sex symbol de Hollywood, con la visión de un creador que ha sabido reinventarse constantemente. Sin embargo, antes de llegar a la pantalla grande y convertirse en un icono internacional, sus primeros pasos se dieron en escenarios modestos y en producciones televisivas que fueron forjando su estilo y su presencia.
En la década de 1950 comenzó a trabajar en Broadway, y allí destacó en obras como "Barefoot in the Park" de Neil Simon, la cual resultaría decisiva para su carrera. La combinación de su atractivo físico y su capacidad interpretativa le valieron el reconocimiento de la crítica y de los espectadores en el ambiente teatral de la época.
Desde el teatro dio el salto a la televisión, medio en el que apareció con frecuencia durante los primeros años de la década de 1960. Redford participó en episodios de series muy populares como "La dimensión desconocida" (The Twilight Zone), "Maverick", "Perry Mason" o "Alfred Hitchcock Presenta", donde interpretaba papeles variados que le permitieron ganar experiencia frente a las cámaras. Estas actuaciones le dieron visibilidad y le abrieron las puertas de Hollywood, que comenzaba a fijarse en él como un actor joven con gran potencial para el cine.
Su debut cinematográfico llegó en 1962 con "War Hunt" (Soldado o cazador), si bien en 1960 había participado ya en la película "Tall Story" interpretando un pequeño papel (no se le incluyó en los créditos). En cualquier caso, su reconocimiento real no tardaría en llegar unos años después. En 1967 repitió su papel de "Barefoot in the Park" (Descalzos por el parque) en la adaptación cinematográfica junto a Jane Fonda, y su química en pantalla lo catapultó como un nuevo galán de Hollywood; mientras que su verdadero salto a la fama se produjo en 1969 con "Dos hombres y un destino" (Butch Cassidy and the Sundance Kid), donde compartió protagonismo con Paul Newman. La película no solo fue un éxito rotundo, sino que definió una época y consolidó a Redford como una de las figuras centrales del cine de los años setenta.
A partir de entonces, la filmografía de Robert Redford se nutrió de títulos que hoy son considerados clásicos indiscutibles del cine. En 1973 volvió a trabajar con Newman en "El golpe" (The Sting), cinta que ganó el Óscar a la mejor película y que reafirmó la dupla de actores como una de las más queridas de la gran pantalla. En esos mismos años protagonizó también "Tal como éramos" (The Way We Were) junto a Barbra Streisand, "Todos los hombres del presidente" (All the President’s Men), donde interpretó al periodista Bob Woodward en la investigación del caso Watergate, y " El gran Gatsby", en la que dio vida al inolvidable Jay Gatsby.
Por otra parte, Redford no se limitó a ser una estrella delante de las cámaras. A finales de los años setenta comenzó a dirigir, y con su primera película, "Gente corriente" (Ordinary People), estrenada en 1980, sorprendió al mundo ganando el Óscar a mejor director. A lo largo de su carrera, su labor como director se combinaría con su compromiso por promover el cine independiente, especialmente a través del Festival de Sundance, fundado por él en Utah, que se ha convertido en una plataforma indispensable para los nuevos talentos.
Además del Óscar como director, Redford recibió un Óscar honorífico en 2002 por su contribución al cine, y a lo largo de su carrera ha acumulado numerosos premios y distinciones, tanto en Estados Unidos como en festivales internacionales. Tras una vida dedicada al cine, Redford falleció a los 89 años el 16 de septiembre de 2025, mientras dormía en su casa en Sundance, Utah. Su fallecimiento marca el fin de una era, pero su influencia permanece viva en cada historia que ayudó a contar y en cada cineasta que encontró inspiración en Sundance.
Robert Redford encarnó la transición de una época dorada de Hollywood hacia un cine más crítico y diverso, y su carrera es una de las más completas y respetadas de la historia. Desde los escenarios de Broadway hasta los mayores honores de la Academia, su nombre sigue siendo sinónimo de excelencia, talento y pasión por el arte cinematográfico.
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